Un grupo de científicos, académicos de la lengua y
psicólogos de la Universidad de Liverpool han llegado a la conclusión de que
leer a los clásicos dispara la actividad mental y pone en marcha el hemisferio
derecho de nuestro cerebro: el de la intuición, creatividad e inteligencia
emocional. Ya sabíamos que algo parecido les sucede a quienes leen y hablan una
lengua diferente a la materna.
Sin haber escaneado cerebros previamente, me aventuro a
afirmar que mandar Whatsapp, leer múltiples noticias en el móvil o en la
tableta, no dejar de consultar los tuits y escribir varias veces al día
en el muro de Facebook, no deben favorecer demasiado la capacidad de
pensamiento y raciocinio del individuo.
Cuando leemos a Cervantes, Lope de Vega, William
Shakespeare o Moliere, nuestro intelecto tiene que hacer un ejercicio de
traducción adaptando al lenguaje actual los textos de los clásicos, además de
adivinar la tesis argumental, que en
muchos casos no es tan explícita como en la literatura contemporánea.
No niego que cuando empezó la
revolución de los SMS, también tuvimos (al
menos a mí me pasó) que hacer ese ejercicio de traducción: “Kdmos t2 dnd
siempre. XD vnt!” Tengo que reconocer que la primera vez que recibí un SMS
de este tipo pensé que se habían equivocado o quien me lo enviaba estaba metido
en temas de espionaje, motivo por el que recibía el mensaje en lenguaje
cifrado.
Es posible que si a alguno de los
enganchados en la comunicación virtual le diéramos a leer Los trabajos de
Persiles y Segismundo, se quedaría tan a cuadros como yo cuando recibí el
primer sms “cifrado”.
La psicóloga mexicana Feggy Ostrosky-Solís afirma que se ha
demostrado que aprender a leer conforma poderosamente el sistema
neuropsicológico del adulto. Los cerebros lectores entienden de otra manera el
lenguaje, procesan de manera diferente las señales visuales; incluso razonan y
forman los recuerdos de otra manera. Y ahora diréis que leer los comentarios de
vuestros followers (a los que quizás no habréis visto en nunca y de los
que desconocéis por completo sus gustos e inquietudes: que sepamos cuántos “like” han
pulsado no es conocer los gustos de nadie), artículos en la red, descargarse en
el móvil o la tableta las revistas digitales personalizadas, ya es lectura
suficiente para que la actividad cerebral esté a pleno rendimiento. Y si encima
tenemos en las consolas los juegos que aseguran mantener el intelecto a prueba
de alzhéimer, ¿qué necesidad hay de leer a los clásicos por mucho que los
investigadores de la Universidad de Liverpool aseguren sus beneficios? Solo por
una razón absolutamente exenta de base científica: por el placer de la lectura,
sea clásica o contemporánea.
FUENTE: Revista QUO
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